HUEBRO: Una aproximación al pasado
Vista de Huebro desde el sendero al castillo Una pequeña mancha blanca a 700 metros sobre el nivel del mar, en la ladera meridional de Sierra Alhamilla, reclama nuestra atención, al menos para preguntarnos quien podrá vivir allí tan lejos de todo, tan alto…
Hace muchos, muchos años, tantos como podamos imaginar ya que no existen casi referencias escritas al respecto, estas tierras abruptas y montañosas fueron, parece ser, las primeras en poblarse de esta zona de Almeria. Una razón primordial, el agua, y otras añadidas como la existencia de minerales argentiferos y plomizos , lo justifican.
A pesar de los estragos sufridos por los sucesivos abandonos del territorio, guerras e inclemencias del tiempo los pobladores árabes nos han dejado suficientes signos de sus asentamientos, algunos de ellos recuperados y reconstruidos en siglos posteriores.
En el periodo de la Reconquista y años posteriores se produjeron varias sublevaciones de forma que aun un importante número de población morisca habitó las zonas aledañas a Nijar, refugiandose en las montañas en Huebro, Inox, Tárbal hasta la definitiva represión de la sublevación y su expulsión definitiva al Norte de Africa.
Tras la guerra de los moriscos (1568-1570), Huebro quedó deshabitado y su repoblación fue tardía. En el censo de 1586 aparece aun sin poblar y con 64 vecinos en el de 1594.
Mientras que Nijar fue inmediatamente repoblado en el mismo siglo XVI continuando con su función de presidio, la repoblación de Huebro no se produciría hasta el siglo XVIII , momento del ascenso al trono de Carlos III que los nijareños celebraron hasta “la locura”. Tan contentos y confiados estaban en que su nuevo rey iba a proporcionarles notables beneficios y mejoras que no les importó emborracharse hasta el punto de arrojar todos sus bienes rambla abajo. Razón no les faltó y vieron llegar años de mayor prosperidad.
Antiguas escuelas
Un siglo de olvido y algun que otro hecho trágico acaecido, como p.e. el de la matanza de 300 moros en el lugar que se dio en llamar posteriormente La Matanza, han sido, sin duda, origen de numerosas historias, canciones, leyendas y demás, dimes y diretes
El Diccionario Madoz, 1845-1950, relata la existencia de este lugar y su vistosa vega,de 150 casas mal obradas, una plaza abalconada con una iglesia, escuela con 15 niños, casa consistorial y carcel, una balsa llamada la Zanja almacenando el agua que mana de un risco y que por el cauce de una acequia riega la vega y da servicio a 28 molinos harineros. También nos habla de sus confines con Sorbas, Lucainena, Turrillas, Tabernas, Almeria, el Mediterraneo y Nijar,comprendiendo en la circunferencia de territorio propio las ruinas de un castillo y a sus pies restos de los antiguos pueblos de Inox y Térbal, así como diferentes cortijadas entre las que destacan la Gallarda, Albercoque, la Matanza, Chirirí, Noreta y Manjorte. La producción de trigo, cebada, garbanzos, centeno, maiz, vino, minerales plomizos y argentiferos, los pastos y el esparto; la industria agrícola, harinera, los tejidos de lana y lino y el comercio de los alcoholes, granos y esparto permitieron vivir digna y prosperamente a los 252 vecinos censados en ese momento.
Hoy, tras el progresivo despoblamiento en la 2ª mitad del s.XX motivado, entre otras razones, por la sustitución de los molinos de agua por los de viento y por la colonización de los campos de Nijar y la introducción de la agricultura bajo plástico, Huebro es un maravilloso reducto de calma, belleza y memoria del pasado, dónde los 28 vecinos censados contribuyen a perpetuar el lugar permitiendonos mantener la esperanza de que un futuro es posible.
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